martes, 22 de diciembre de 2015

música del abandono




aprendemos calendarios de la enfermedad
duele aquí o allá la piel de zapa
 el cuero del fantasma

sabemos lo necesario
por eso
continuamos sospechados de lo desconocido

(¿Cómo reunió Noé las aves y los brillantes gusanos del mar?)

unidos por la quemazón del amén nos entregamos a prologar
firmemente invitados a fiestas de conversos

es precioso insistir

los días mortales
estiran su cuello

a la ultratumba.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

del poema Calle Leighton



Estas calle comienzan allí donde los adoquines
asoman entre medio del asfalto, igual que las cabezas
de niños mal sepultos en su textura,
¿Qué mito es éste? nos preguntamos,pero
los niños que juegan a la ronda y a
rango -y-mida en el barrio sólo ríen.

No hay mito nos dicen no hay mito
solamente dicen eh boludo solamente
la calle Leighton
nada más que todas estas casas pequeñas
nada más que los porches en donde nuestras madres
lavan, lavan, lavan.

Donde los días se hacen calientes
y en la calle leighton escuchan la radio
con los pterodáctilos volando entre las antenas
en el techo y dicen eh boludo dicen
Eh boludo

No hay mito nos dicen no hay mito
sólo dicen eh boludo no hay
aquí otra cosa que la calle Leighton
Esto dicen en es cómo tu callas tu silencio
de días. Boludo.

Cuando volvemos las espaldas a estas rutas interiores,
depósitos con caras de ladridos en blanco,
cuando dices "Oh, pero he llegado al fin
de todo cuanto sé y aún oigo sus dientes,
rechinando en la noche..."

Stephen King en The Tommyknockers,emecé,buenos aires,1989,versión de Edith Zilli

martes, 8 de diciembre de 2015

SIESTA DE LA CONCIENCIA



Mirar lo que uno no miraría,escuchar lo que no oiría,estar atento a lo banal a lo ordinario, a lo infraordinario. Negar la jerarquía ideal que va desde lo crucial hasta lo anecdótico, porque no existe lo anecdótico, sino culturas dominantes que nos exilian de nosotros mismos y de los otros, una pérdida de sentido que no es tan solo una siesta de la conciencia, sino un declive de la existencia.


Paul Virilio