domingo, 1 de marzo de 2015

Reflexiones durante una incursión aérea



Por supuesto, el mayor esfuerzo es ponerse
fuera del alcance corriente
de lo que se llama estadística. Un centenar es muerto
en los suburbios. Bien, bien, uno sigue adelante.
Mientras esta cosa "Yo", esté apoyada contra
las vigas de la cama que se parece tanto a un coche fúnebre
en el cuarto empapelado del hotel con su empapelado
soplando ahumadas coronas de rosas,  uno puede ignorar 
la presión de esos hombres bajo los dedos
dentados por tipos de plomo sobre papel de diario,
la radio marginal lamentándose en el bar.
Sin embargo, ¿Suponiendo que una bomba zambullera
su nariz justo a través de esta cama, con uno encima?
La idea es obscena. Con todo, hay muchos
para quienes la pérdida de uno ilustraría
El uso "impersonal" verdaderamente. Lo esencial es
que cada "uno" permanezca separado
reclinado bajo rosas, y nadie sufra
por su vecino. Entonces, el horror se posterga,
un pedazo para cada uno, hasta que coloca sobre él
esa guirnalda de incomunicable pesar
misterio que es todo o nada.


(1933)


Stephen Spender (Londres, 1909 / 1995, Inglaterra)
De: "Poemas", 1928-1953, Editorial Losada, 1967
Traducción de William Shand y Alberto Girri

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