lunes, 1 de noviembre de 2010

TOM WAITS (U.S.A , 1949)




BIG JOE Y EL FANTASMA 309



Resulta que hace unos años estaba de nuevo en la Costa Este
tratando de hacer algo de plata
como todos,ya saben
que los tiempos se ponen bravos y bueno, con la suerte en baja,
me harté de deambular y deambular
así que me puse a hacer dedo
para volver a mi pueblo natal.
Así viajé unos cuantos kilómetros
los dos primeros días,suponiendo
que llegaría a casa en una semana si
me seguía la buena racha.
Pero la tercera noche
me quedé varado en un cruce de caminos
frío y solitario mientras la lluvia
caía a chorros.Yo tenía hambre,estaba cansado
y helado, me pesqué un resfrío,
pero justo en ese momento,
las luces de un camión antiguo se asomaron a la colina.
Tendrían que haberme visto sonreír de alivio
cuando oí esos frenos neumáticos
y me subí a esa cabina, donde yo
sabía que estaría calentito.
Y bueno,al volante estaba un hombre grandote
de unos 100 kilos más o menos.
No sabés lo grande que era la mano que extendió
y me dijo con una sonrisa de oreja a oreja :"Me llamo Big Joe
y esta máquina se llama el Fantasma 309".
Y bueno,le pregunté por qué
la llamaba así y se dio vuelta
y me contestó: "Porque, hijo, esta máquina
se burla de todos,
no hay ningún chófer en este camino
ni en ningún otro que haya
visto más que los focos traseros de Big Joe
y el Fantasma 309".
Así fue que viajamos y hablamos toda la noche
y yo le conté mis historias y Joe me contó las suyas
y yo le fumé todos los Viceroys mientras avanzábamos.
El manipuló los diez cambios hacia adelante.
Mi Dios, ese tablero parecía un viejo metegol
Madame La Rue,un semirremolque en serio.
Hasta que casi misteriosamente,aparecieron a la vista
las luces de una parada de camiones
y Joe giró hacia mí y me dijo : "Lo siento, hijo,
pero hasta acá llegamos.
Tengo que doblar por aquí cerca".
Y te juro por lo que quieras
que me tiró una moneda cuando detuvo la marcha
y dijo : "Entra ahí, hijo,
y tomáte una taza de café caliente,
paga Big Joe".
Y cuando Joe y su máquina arrancaron hacia la noche,
en un abrir y cerrar de ojos
se hicieron humo.
Caminé hacia el bar destartalado
me pedí una taza de café y dije :
"Paga Big Joe".Pero de golpe,
se hizo un gran silencio,
podías oír caer un alfiler.
La cara del mozo se puso pálida y pregunté
casi sonriendo : "¿Qué pasa,
dije algo malo?",con
una sonrisa medias.El dijo :
"No,muchacho,sucede cada tanto.
Todos los camioneros de por aquí
conocen a Big Joe,pero dejáme
que te cuente lo que sucedió hace diez años,
sí,fue hace diez años,
en ese cruce frío y solitario,
donde le hiciste señas a Joe,
había parado un ómnibus lleno de niños
que regresaban del colegio,
y ahí estaban,en el medio del camino
cuando Joe subió la cuesta
y podrían haber muerto todos.
Joe torció las ruedas,
pegó una frenada en seco
y se mandó a pique.
La gente dice que
dio la vida por esos niños,y allá en ese frío y
solitario cruce,dicen que llegaron
al final del camino
Big Joe y el Fantasma 309.Pero es
raro,porque de tanto en tanto,
muy de tanto en tanto,cuando la luna
está llena de agua,dicen que el viejo Joe
se detiene y a tipos como vos,
que hacen dedo
los trae hasta aquí."
"Entonces,hijo," me dijo
"tomáte otro café gratis
porque quiero que guardes
esa moneda
como un recuerdo,
un recuerdo de Big Joe y el Fantasma 309."

(1975)



de La poesía del rock,Marcelo Gobello,Editorial Planeta,Buenos Aires,1996

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