jueves, 15 de enero de 2009

Estas cosas



No sé,pero quizás me esté yendo de algo,de todo,
de la mañana,del olor frío de los árboles o del íntimo sabor
de mi mano.Pero estas llamas y la lluvia bajan por la tarde del
día elevadas,con su trabajo cruel
y afanoso,con el terror de la primavera y el tiempo y la noche
vanamente disueltos en su impaciencia.

Yo sé que estoy mirando,extendido,sin atender
lo que el polvo y el abandono ocultan de mi cuerpo y de mi
lengua.Una palabra,aquella
sonriente y terrible de ternura
oscurecida por la razón y el mágico envenenamiento de la
nostalgia;
sedentaria huye por un campamento,llamada y perseguida,
permanente,
sin alguna vez,devuelta entera y desentendida
al seno ardiente de la noche,al ser mayor e indestructible de la atmósfera.

Nada queda después de la muerte definido y elevado,ni la imagen
voluntariosa
sobre los pastos crecidos y ondulantes,ni el pie
atropellado que dispara su quemada historia intacta.

Sin clamor el rostro siente el húmedo temporal,el albergue
perecedero
y la flor abierta en el vacío,
sin volver los ojos,va en su rapidez disuelto
y extrañísimo.

Soy el ido,el variante del cielo,
de la calle,muerta en las nubes,
su entretenimiento como un pájaro.

¡Amor,amor!,un brizna del sentido,
tal vez un día donde mis labios bebieron la sangre
y todas estas nieblas azotadas e irremediables,perdidas.

Decidido,toma, ¡oh noche!,mis secos ramos y llénalos de rocío
brillante
y pesado,igual al de las hojas del orgulloso y reclinado
invierno.

Ricardo E.Molinari (1898-1996)

del libro Páginas de Ricardo E.Molinari seleccionadas por el autor,Editorial Celtia,Buenos Aires,1983,el poema pertenece a su vez al libro El cielo de las alondras y las gaviotas (1963)



































































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